«¿Recuerdas, César, aquella ocasión en la campaña de Hispania? Te habías torcido un tobillo, no podías andar, y estabas sediento. Uno de tus soldados recogió agua en su casco y te la trajo… Tú crees que podrías recordar perfectamente a aquel hombre que te ayudó. Y sin embargo no me reconoces, porque en aquel entonces yo era un hombre completo; después, en la batalla de Munda, perdí un ojo y parte de los huesos de mi cabeza… Tampoco reconocerías el casco que llevaba, porque una falcata hispana lo partió por la mitad.»
(Lucio Anneo Séneca, 4 a.C. Córdoba, 65 d.C. Roma, historiador, filósofo, poeta y cónsul romano).